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lunes, 13 de junio de 2016

II Semana de la musa - Canto a Licotheya - Parte 1

Empezamos esta segunda Semana de la Musa, con este canto griego. La primera parte está compuesta por: presentación, resignación y encuentro. Escrito a mi humilde estilo de canto griego. Espero les guste.



CANTO A LICOTHEYA




A los pies del monte Helicón, en busca de la fuente de Aganipe,
 se perdía entre tortuosos pensamientos el poeta Ciryl.
 Repudiado por la pasional Erato
 y desprovisto de la capacidad de crear mientras el sol brillara,
 se perdía entre tortuosos pensamientos
 en busca del perdón de las Mnemónides.
Lictea, la loba divina, moradora de los campos protegidos por los dioses,
 era compañera de asaetadora  Artemís,
 cuando ella, en su carro de oro y estrellas,
 recogía la luna llena para dejarnos la oscura nueva.
 Así descansaba Selene, la que escucha los llantos,
 por cada constelación que la adoraba.
Y así, mientras Selene dormía,
Lictea era libre de sus tareas para con la diosa de certeras flechas.
El poeta Ciryl, de corazón muerto y de pie izquierdo orgulloso,
 aprendía la paz de la resignación al tiempo que vislumbraba el final.
<< ¿Tanto os he ofendido? ¿Tanto odiáis mis manos que
 ahora no pueden crear nada que contenga la belleza de Febo Apolo?>>.
 Y llamó a la elocuente Calíope, a la sabia Clío,
 a la pasional Erato, a la alegre Euterpe,
 a la cruel Melpómene, a la solemne Polimnia,
 a la divertida Talía, a la embaucadora Terpsícore y la calculadora Urania.
 Pero ninguna acudió a las palabras del poeta condenado a la oscuridad.
Pero fue voluntad de las Moiras que Lictea, la loba divina,
 la que se encontrara con el poeta en la espesura del monte Helicón.
Y ella mostró sus ojos de color sangre escarlata que brillaban como dos rubís,
 y danzó a paso lento tensando su pelaje gris como la plata,
 y se fijó en aquel mortal que impasible y curioso,
 la miraba fijamente sin miedo a ser devorado.
<< He aquí mi muerte entonces,
 de La Melodiosa enviada para escribir mi tragedia
 en forma de una hermosa loba de ojos carmesí.
 ¡Ea, pues envíame a recibir el castigo eterno del implacable Hades!
 Pues seguramente no tendrá piedad alguna cuando
 con mis cantos intente seducir a la bella Perséfone,
 diosa de la oscuridad donde estoy condenado>>.
<< ¿Por qué querría yo darle su final a un mortal
 si de hambre o ira aún no padezco? >>.
<< Mi querida Licotheya, porque es así como me lo ha mostrado Aisa,
 divinidad de lo inevitable.
¡Y bien sabe Zeus padre! Que ahora me siento afortunado,
 pues eres una criatura más hermosa

 que lo mostrado en mis borrosas visiones >>.






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